Sinrazón
Espurios
espejos reflejan
melancólicos
cielos.
Nubes
patrullan en lo alto,
acusadoras,
atinadas todas.
Represas
hidroeléctricas,
cimentadas
en la sinrazón,
la
codicia, como velatorios
ante
dinero malversado.
Embaucando,
corporaciones
hacen vanas promesas:
¡Habrá
deportes acuáticos, veleros,
marinas,
Disneylandia!
Agitan
folletos de complejos turísticos,
condominios,
agricultura sustentada,
fondos
compensatorios.
Suma de trazos fatuos en gargantas de papel.
El
“ahora” de los mentecatos,
estrangula
sañudamente
en el
tragadero de deuda externa,
pactos
sucios.
Antaño
previo
al garrote del opresor,
la
Patagonia parió gente
que cosechaba
frutos de la Madre Tierra
bajo
la égida de sabios dioses.
Soberanas
afloraban creencias
surgidas
de planicies y alturas,
como
resueltos cóndores
remontando
corrientes de aire.
Ritos marcaban tiempos elementales
de
agua y tierra,
dúctiles
flautas templaban
cadencias
del mapudungun
sobre
relatos de tierras sin alambradas,
leyendas
sin sofismas,
destinos
alojados en memorias ancestrales.
Energía
de templos sagrados
y de
apacibles tolderías
sumidas
bajo lagos mortecinos,
evocan
ríos luminosos, originarios,
mientras
el pueblo lucha,
doliente,
... ¡marichiweu!
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